El abrazo que Guardiola reservó a Bernardo Silva de cara a la semifinal de la FA Cup en Wembley, este sábado, fue como el abrazo que acabó con dos naufragios tras jugar en tierra firme una impresionante travesía en medio del océano. . Estaban Salvados. Vivir después por un remolino que tal vez sea la tragedia. El triunfo del trío, el que llegó a la final tras un partido derrotado ante el Chelsea, lo tuvo Bernardo. Compensación cósmica por los horrendos penaltis que le lanzaron a Lunin en el fatídico periodo que les precipitó a la eliminación de la Champions.
Llegando a Wembley como un pelotón de espectadores. Derrotados, confundidos, luchando por conservar la fe en si mismos y en un juego que les había dado la espalda tras quedar fuera del grand torneo continental contra el Madrid en la penales en los cuartos de final, después de por por por 33 veces y sufrir apenas ocho desaparecidos. en 120 minutos agotadores. Por falta de piedras, por falta de oxígeno, por falta de ideas en el tormento del cansancio, el Manchester City perseveró con el corazón hasta ganar la semifinal ante un Chelsea que se encaminaba hacia la Copa como última oportunidad de conquistar un título. por un tiempo retrasado. Las victorias de los campeones de la Premier League, logradas en una reconstrucción indefinida, con una planta que correspondía a los síntomas de la división ante un dueño desconcertado, los de Pochettino se vieron con más nervios que el orden, pues el orden comenzaba a permitir al rencuente Thiago y al convaleciente Enzo Fernández.
Es una fiesta buscada por otras bandas. Por muchas razones. El City intentó ayudar al Chelsea en su campamento, pero la falta de energía y precisión del balón, causa y efecto, en una cadena de cuidados que expuso a Rodri y sus compañeros a vivir a contracorriente, ejercitando los lanzamientos de Palmer y Enzo. en contragolpes de un peligro inminente. Jackson respondió al parque que salió de espaldas hacia las defensas celestes y jugó en tres manos con Ortega, mientras este no estuvo en contacto con Walker. Ejemplo de entrega a su cargo, amor por el juego, rabia competitiva, Kyle Walker, que tuvo un hijo en Wembley, fue el padre de todos sus compañeros y también de algunos de sus rivales. En ese punto, el potencial del eliminador se dirige hacia el centro de defensa de este defensor profesional. El capitán apoyó a la ciudad mientras arremetía contra el malestar y la frustración.
Walker tenía una referencia natural. De todos los equipos que ha dirigido Pep Guardiola, este club provincial es sin duda el que encuentra a los jugadores más sentimentales, los más desesperados por sentir a los futbolistas después de un largo recorrido con hombres en sus capacidades. Esta ciudad no es un grupo de niños coronados ni leyendas de la cantera sino de chicos que superaron prejuicios y sospechas encontraron un lugar en el profesionalismo. Se trata simplemente de explicar vuestra voluntad de superar vuestra ambición, vuestra solidaridad en tiempos de desesperación y de crisis. El Chelsea se encontró al borde del abismo. Sólo el compañerismo salió vivo para resistir.
Las piedras todavía pesan más que nada y la fiesta no se centra en otro proyecto cuando Doku, el imparable sustituto de Grealish, se marcha al siguiente. Se pasa por el camino intermedio que conecta con De Bruyne y la belga se dirige a Álvarez en el segundo palo. Petrovic, el portador, cortó la trayectoria del balón hacia su izquierda. El destino se llevó el balón al delantero Bernardo, que repitió entre las defensas en el fondo de la roja. Pasó el minuto 84. El concentrado del Etihad regresó a Wembley dos días después. Ojeroso, pálido, consumido por el insomnio, fallón pero pertinaz, incansable hasta el encuentro con el gol que mantiene vivo al City en su esperanza de conquistar el doblete por segundo año consecutivo. Por tanto, tendrá que enfrentarse al ganador de la semifinal que jugarán Manchester United y Coventry en este país.
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